Las plantas medicinales han sido desde siempre un recurso utilizado por la humanidad para el tratamiento de sus dolencias, habiéndose producido en las últimas décadas un importante incremento en su uso. Este se explica fundamentalmente por el desarrollo de una fitoterapia con base científica, que ofrece preparados con calidad, seguridad y eficacia contrastadas, así como en el aumento de la demanda social de medicamentos de origen natural, con un bajo índice de efectos adversos. Se calcula que un 60-80% de la población mundial utiliza plantas medicinales, con finalidad curativa, en algún momento de su vida y que en los países desarrollados el porcentaje de ciudadanos que lo hace de forma habitual sigue un ritmo creciente. Por ejemplo, en Europa, la dispensación de plantas medicinales representa un 25% del mercado global de las especialidades farmacéuticas publicitarias, con un crecimiento anual estimado en un 10%. A nivel del estado español, podemos hacernos una idea del consumo de plantas medicinales a través de los resultados de encuestas a pacientes en el ámbito de atención primaria (el 19,6% de los pacientes reconoce su consumo), en las consultas externas de digestivo (un 34,7% de las personas encuestadas había consumido alguna vez plantas medicinales) o en las consultas de preanestesia (un 35,73% de los pacientes consumían algún tipo de planta medicinal).
Se ha visto que un 57% de pacientes toma preparados fitoterápicos en sustitución del tratamiento farmacológico convencional y un 37,5% como complemento al tratamiento médico prescrito por su médico (Reoyo Jiménez et al., 2006). En un estudio sobre dispensación de fitoterapia en España, se constató que 43% de los enfermos crónicos encuestados consumían preparados a base de plantas medicinales y que el 41,15% de estos las lo hacían para la misma enfermedad crónica para la que estaban siendo tratados. En dos terceras partes de los casos, el paciente inicia el tratamiento por iniciativa propia o por recomendación de familiares o amigos. En este contexto resultan alarmantes los datos estadísticos que muestran que, frente al elevado uso terapéutico de productos de origen vegetal por parte de la población, frecuentemente el paciente no se lo comunica a su médico. En la base de esta paradójica divergencia está la falta de formación de los médicos en fitoterapia. En MundoReishi disponemos de cursos de formación en Fitoterapia para profesionales y aficionados.
¿Qué es la Fitoterapia?
La fitoterapia es la ciencia que estudia la utilización de los productos de origen vegetal con finalidad terapéutica, ya sea para prevenir, para atenuar o para curar un estado patológico. La fitoterapia está basada en la utilización de preparados que cumplan tres características fundamentales: calidad, seguridad, y eficacia. En la actualidad existe demostración científica de la eficacia de muchos productos fitoterápicos para determinadas indicaciones. El ámbito de aplicación de la fitoterapia debe estar centrado en aquellas áreas terapéuticas en las que se ha demostrado su utilidad. Además, a pesar de que los preparados fitoterápicos entrañan, generalmente, un nivel de riesgo bajo, natural no es sinónimo de inocuo. Por tanto, no pueden descartarse a priori posibles efectos adversos, contraindicaciones o interacciones.
Finalmente, debe tenerse en cuenta que la eficacia se consigue sólo con el uso adecuado de los preparados fitoterápicos, tanto en lo que se refiere a las indicaciones, como a la forma y vía de administración y la dosificación. Para el desarrollo racional de la fitoterapia, además de medicamentos con calidad, seguridad y eficacia contrastados, es necesario disponer de herramientas de información rigurosas y fiables: las fuentes.
Ámbito de aplicación
La fitoterapia se utiliza tanto en la prevención y tratamiento de las enfermedades como en la mejora de la calidad de vida de los pacientes. En unos casos será suficiente para curar una patología y en otros será el coadyuvante de otras medicaciones, o ayudará a mejorar determinados síntomas asociados. Su principal campo de acción son las afecciones leves y moderadas, así como las enfermedades crónicas, siendo útiles por tanto en la terapia de la mayor parte de las patologías habituales en asistencia primaria. La fitoterapia representa una parte del arsenal terapéutico cuyo uso racional puede ser de utilidad en la asistencia sanitaria. En ello influyen varios factores:
- La necesidad de disponer de los medicamentos adecuados a las necesidades del paciente, con las debidas garantías de seguridad, calidad y eficacia. Se calcula que de las dos mil enfermedades agudas y crónicas catalogadas en la actualidad sólo un 30% son curables; el resto son tratadas sintomáticamente, con mayor o menor efectividad. El reino vegetal puede ser una fuente de nuevos medicamentos eficaces.
- La fitoterapia puede ser útil para prevenir o curar de multitud de enfermedades leves o moderadas. También puede ser una medida terapéutica coadyuvante de otras medicaciones para el tratamiento de enfermedades crónicas o una medida paliativa de determinados síntomas en enfermedades que no tienen curación por el momento.
- La valoración de la relación beneficio/riesgo/coste: Un tratamiento se considera más beneficioso cuando, al tiempo que eficaz y seguro, resulte lo menos gravoso posible tanto para el propio paciente como para el sistema sanitario. Los medicamentos a base de plantas ofrecen, en general, una buena eficacia terapéutica, con una baja proporción de efectos adversos y un coste económico reducido.
- La libertad de elección terapéutica, además de ser un derecho el paciente, es uno de los factores que influye decisivamente en la adhesión al tratamiento y por tanto en su efectividad. La prescripción de medicamentos fitoterápicos puede ser la terapia de elección en los casos, cada vez más frecuentes, de pacientes con preferencia por los remedios de origen natural y/o en la de aquellos que tienen temor a los efectos secundarios de los medicamentos de síntesis.
En fitoterapia se emplean productos de origen vegetal cuya potencia farmacológica y toxicidad son moderadas o bajas y sus márgenes terapéuticos relativamente amplios. Incluye por tanto productos relativamente poco potentes (por ejemplo, capítulos de manzanilla, sumidad de espino blanco y sus extractos) o de potencia intermedia (como la flor de árnica y la raíz de regaliz) y excluye aquellos con un margen terapéutico estrecho (por ejemplo, la hoja de digital y sus principios activos, como la digoxina).

Planta silvestre de digital (Digitalis purpurea). El margen terapéutico es tan estrecho que es un producto exclusivamente de utilización en farmacia.
Esta característica es fundamental puesto que enmarca a la fitoterapia como una terapéutica suave, poco agresiva, dotada de márgenes terapéuticos amplios, con un bajo porcentaje de efectos secundarios.
Conceptos y definiciones
Con frecuencia se observa cierta confusión entre diversos conceptos (por ejemplo, planta medicinal y droga vegetal) relacionados con la fitoterapia, por lo que va a resultar útil disponer de algunas definiciones que los aclaren:
Planta medicinal
Según formuló la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1978, es cualquier planta que en uno o más de sus órganos contiene sustancias que pueden ser utilizadas con finalidad terapéutica o que son precursores para la semisíntesis químico-farmacéutica.
Droga vegetal
La OMS la define como la parte de la planta medicinal utilizada en terapéutica. La Real Farmacopea Española (RFE, 2005), por su parte, da una definición más precisa, que podemos utilizar para comprender el contenido de la anterior: se consideran drogas vegetales las plantas, partes de plantas, algas, hongos o líquenes, enteros, fragmentados o cortados, sin procesar, generalmente desecados, aunque también a veces en estado fresco.

La raíz de valeriana es la droga de Valeriana officinalis
También se consideran drogas vegetales ciertos exudados que no han sido sometidos a un tratamiento específico. Usualmente, cuando en fitoterapia se habla de “droga”, se sobreentiende que se refiere a droga vegetal. Así, por ejemplo, Valeriana officinalis (valeriana), Cephaelis ipecacuanha (ipecacuana), Hypericum perforatum (hipérico o hierba de San Juan), Vitex agnus-castus (agnocasto o sauzgatillo) o Mentha piperita (menta piperita) son plantas medicinales, que proporcionan respectivamente las siguientes drogas vegetales: raíz de valeriana (Valerianae radix), raíz de ipecacuana (Ipecacuanha radix), sumidad de hipérico (Hyperici herba), fruto deagnocasto (agni casti fructus) y hoja de menta (Menthae piperitae folium).
Productos extractivos
Según la RFE, los extractos son preparaciones de consistencia líquida (extractos fluidos y tinturas) o semisólida (extractos blandos) o sólida (extractos secos), obtenidos a partir de drogas vegetales normalmente en estado seco. En este apartado los tratamos con detalle: extractos Se incluyen aquí también los aceites esenciales. Estos son mezclas aromáticas, de composición generalmente compleja, de origen vegetal, obtenidas por destilación o por un procedimiento mecánico adecuado.
Preparados a base de droga vegetal
Son los que se obtienen sometiendo las drogas vegetales a tratamientos como extracción, destilación, prensado, fraccionamiento, purificación, concentración o fermentación. Incluyen drogas vegetales trituradas o pulverizadas, los productos extractivos mencionados anteriormente, zumos exprimidos y exudados tratados. Esencialmente se trata de aquellas materias que ya han sido convenientemente elaboradas para poder ser utilizadas como ingredientes en la fabricación de medicamentos.
Medicamentos fitoterápicos
Son aquellos cuyos ingredientes activos están constituidos por productos de origen vegetal, que deberán ser convenientemente preparados, dándoles la forma farmacéutica más adecuada para su administración al paciente. Por tanto, para la elaboración de dichos medicamentos se pueden emplear: drogas vegetales (generalmente se presentarán troceadas o pulverizadas), productos obtenidos por extracción (tinturas, extractos fluidos, extractos blandos, extractos secos) o por destilación (aceites esenciales) o incluso principios activos purificados (siempre que estos tengan un margen terapéutico ancho).
Principios activos
Son los compuestos químicos responsables de la acción farmacológica de las drogas vegetales. En los ejemplos anteriores, la emetina y la cefelina son principios activos de la raíz de ipecacuana; el mentol, los derivados del ácido cafeico y los flavonoides lo son de la hoja de menta; la actividad de la sumidad de hipérico se ha relacionado con la presencia de hipericina, pseudohipericina e hiperforina, entre otros compuestos, y la del fruto de agnocasto con la presencia de diterpenos derivados del clerodano y del labdano. Con frecuencia, son varios los constituyentes de la droga que intervienen en la acción farmacológica, con fenómenos de sinergia entre ellos. Puede que sea de tu interés este artículo: principios activos de las drogas vegetales.