El efecto antioxidante de las setas se relaciona con la cantidad de compuestos fenólicos que poseen, al igual que sucede con la uva o el vino.
Como sucede en el reino de las plantas, en el reino de los hongos cada año se encuentran más metabolitos con capacidad antioxidante.
Se han detectado antioxidantes en setas tan comunes del supermercado como: la seta de ostra (Pleurotus ostreatus), el champiñón (Agaricus bisporus) o el shiitake (Lentinus edodes).
Hay otras setas que también son una fuente natural de estos. Así la propia seta de cardo (Pleurotus eryngii), consumida en muchas regiones de España, posee 40 veces más poder antioxidante que el germen de trigo, virtudes similares a la que presenta la seta reishi (Ganoderma lucidum) debido a que ambos hongos contienen altas cantidades de “ergotioneina”, una molécula de alto poder antioxidante.
Polvo puro de seta reishi (Ganoderma lucidum) listo para añadir al desayuno.
Se proponen diversos mecanismos de funcionamiento para las diferentes moléculas antioxidantes de los hongos:
- Efectos directos: debido a metabolitos fúngicos reductores.
- Efectos indirectos: debidos a que sustancias fúngicas activan el sistema de defensa antioxidante del organismo: superóxido dismutasa, glutatión peroxidasa, catalasa…