La insulina fundamental para algunos tipos de diabéticos, los medicamentos que se toman para no rechazar un órgano trasplantado, los reductores del colesterol… ¿Sabe que estos medicamentos y muchos otros proceden del cultivo de hongos?
Sí, estas y otras moléculas fundamentales para la salud de las personas provienen de cultivar hongos que originalmente se han recogido en la naturaleza. Para ello se aíslan los hongos y se ponen a crecer en biorreactores, que no son más que unos tanques estériles llenos de agua y alimento adecuado para la especie a cultivar. El hombre les da de comer y los hongos le dan muchísimas moléculas de aplicación para nuestra salud, que luego se procesan, purifican y venden en cápsulas, tabletas, inyectables, etc.
Esto es el día a día en muchas fábricas de producción de medicamentos. En algunos casos se cultiva el hongo medicinal tal cual como se recogió y aisló, como sucede con un anamorfo del hongo Cordiceps subsessilis para la producción de Ciclosporina A. Este hongo se encuentra en la naturaleza parasitando a escarabajos perforadores de la madera y curiosamente produce la citada molécula indispensable para que pacientes que han sufrido un trasplante no rechacen el órgano trasplantado.
En otros casos se utiliza un hongo de la naturaleza que se le fuerza a mutar en laboratorio para que genere más sustancia activa, como en el caso de la penicilina. Así, el hongo Penicillium chrysogenum que descubrió Pasteur por accidente en 1941 sigue siendo fuente de obtención de penicilinas.
La diferencia que tienen respecto al organismo original es que mediante técnicas de aceleración de mutaciones y de selección de cepas, ya es un millón de veces más productivo que el organismo de partida. Un dato que recoge la importancia de estos hongos es que se estima que una de cada 10 personas del planeta sigue viva gracias a ellos.
Y otro hongo más: La insulina que actualmente se vende para diabéticos también procede de cultivar hongos. En este caso se cultiva levadura de cerveza (Saccharomyces cerevisiae) modificada genéticamente. Para ello se le ha introducido en su ADN un gen productor de insulina que, al expresarse, produce la citada proteína que luego se purifica y se vende.