Desde el siglo XVII existen manuscritos en Italia que recogen el uso de estas curiosas setas para tratar problemas de la piel: hemorragias, úlceras, sabañones…
¿Cuál de estos usos está contrastado? Pues de forma práctica, ¡todos! El polvo esporal de los “cuescos o pedos de lobo”, “setas bola” o “bejines”, es decir, el contenido que sale del interior al apretarlas cuando están maduras, posee sustancias antibióticas y cicatrizantes. Así, el pedo de lobo de bosque (Lycoperdon perlatum) tiene en su composición calvasterona como sustancia cicatrizante, que ayuda a cortar la hemorragia. También posee ácido calvático como antibiótico, que desinfectaría la herida. ¡Todo en uno!
Foto detalle del pedo de lobo: Lycoperdon perlatum. La parte exterior está llena de “pinchitos” que se desprenden al rozarlos y que ayudan a identificarlo.
Cuatro siglos de este sorprendente y desconocido uso medicinal siguen hoy en día avalados por verdaderos sabios de la naturaleza. Recuerdo que, años atrás, en unas jornadas micológicas en un pueblito de Ávila, un pastor se me acercó y agarrando de mi cesta un pedo de lobo me dijo: “esta seta es mano de santo para los sabañones”. También me explicó cómo la utilizaba. Esto me hace pensar que este uso no es casual, es que lo mismo me ha sucedido en otros puntos de España con otras personas que generosamente han compartido sus conocimientos.
Y cómo no, grandes empresas saben de estos usos y están buscando en ellos (y han encontrado) sustancias para emplear en cirugía estética, ya que su uso apenas deja cicatriz. Entonces, por ejemplo, Bayer, la multinacional farmacéutica, ha estudiado muchísimas de estas especies de hongos “cirujanos”. ¿Tendrá ya los productos en el mercado?