El hongo yesquero por excelencia (Fomes fomentarius) se ha utilizado tanto para encender un fuego como para trasladarlo de un sitio a otro. Si recogemos un carpóforo en el campo, lo secamos al sol o en el radiador y lo prendemos por la parte donde se sujetaba al árbol, una chispa de fuego irá recorriéndolo durante horas; de esta forma los pastores trashumantes trasladaban el fuego de un lugar a otro.
Hongo yesquero sobre un chopo vivo.
Si impregnamos un pedazo de esta seta seca en salitre con una mínima chispa se pondrá a arder: esa es la yesca.
Posiblemente la seta más conocida por su uso tradicional sea la yesca, seta del hongo Fomes fomentarius. Se puede localizar fácilmente en madera de chopos muertos alrededor de los ríos.
Se conoce su uso como hemostático y cicatrizante desde época romana. Para ello se usaba quemándolo lentamente sobre la piel afectada. Hoy en día se sabe que tiene propiedades antibacterianas y fue un uso totalmente correcto.
Con el “tejido” de estos yesqueros también se han elaborado sombreros, suelas de zapatos, y otros útiles. Así se puede hacer un cuero fúngico elástico, con multitud de utilidades dejando láminas de la seta metidas varias semanas en una disolución de sosa cáustica y luego golpeándolo con un martillo.
A nivel ecológico, comentar que los pájaros carpinteros hacen su nido en los árboles atacados por este hongo debido a que la madera está más blanda por la acción del hongo y además este ser da calor al nido debido a la fermentación que produce en la madera.